Erase una vez una mujer muy devota y llena de Amor de Dios. Solía ir a
la Iglesia todas las mañanas, y por el camino solían acosarla los
niños y los mendigos, pero ella iba tan absorta en sus devociones que
ni siquiera los veía.
Un buen día, tras haber recorrido el camino acostumbrado, llegó a la
Iglesia en el mismo momento en que iba a comenzar el culto. Empujó la
puerta, pero ésta no se abrió. Volvió a empujar, esta vez con más
fuerza, y comprobó que la puerta estaba con llave.
Afligida por no haber podido asistir al culto por primera vez en
muchos años, y no sabiendo qué hacer, miró hacia arriba… y justamente
allí, frente a sus ojos, vio una nota clavada en la puerta con un
chinche.
La nota decía: "Estoy ahí fuera".
Anthony de Mello.
Jaume Guinot
Ciudadano del mundo
diumenge, 5 de juny del 2011
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