divendres, 13 de maig del 2016

El verdadero significado de la prosperidad


                                        “No preguntes qué es lo que el mundo necesita.
                                         Pregúntate qué es lo que te hace sentir vivo, y hazlo.
                                         Porque lo que el mundo necesita
                                         es gente que se sienta realmente viva.”

                                         - Howard Thurman
Encuentra algo que te encante hacer y hazlo todos los días. Encuentra algo que te motive y no te deje otra alternativa, algo que te sea sumamente fácil, natural, sin la necesidad de tener que “hacer” nada, algo que te haga sentir maravillosamente vivo; algo que te absorba por completo, algo que te haga olvidar el pasado, el futuro y la pesada carga de “tener que ser”, algo que se sienta absolutamente fiel a la esencia de tu ser, algo por lo que valga la pena vivir, algo que implique una conexión profunda, y hazlo. Hazlo todos los días. Busca la manera de poder vivir de ello, de convertir tu vida en una expresión de ello. Recuerda que cuando te enfocas en cierto destino, pierdes de vista el recorrido, que es en donde se encuentra toda la vida. La verdadera satisfacción no proviene de un futuro que tengas que aguardar. La satisfacción real consiste en saber conscientemente lo que eres hoy, en ser eso, en vivir eso, y así es como nacen todos los futuros. 
¡Claro! habrán ciertos temores y dudas, los “Peros”, los típicos “No debería” y por supuesto, los “No puedo”.  Sí, se espera que haya miedo y que se pueda abrazar y que se pueda integrar. Sí, la mente dirá… “pero así no harás dinero”, y la mente dirá… “eso no te brindará seguridad”, y la mente dirá… “te estás engañando a ti mismo”, y la mente dirá… “no lo lograrás”, y la mente dirá… “¿Pero, qué dirán todos de ti?”, y la mente dirá todo tipo de cosas porque a ella sólo le gusta lo que ya sabe y lo que cree que puede predecir y le da terror el cambio y en última instancia, la muerte. Pero recuerda que tú no eres la mente y que la mente tiene todo el derecho de decir lo que quiera porque no tiene el control de tu propia inmensidad. El miedo no es un obstáculo, la resistencia no puede detener el flujo incesante que crea galaxias y hace a las aves cantar, y todas las objeciones de la mente son sólo objeciones al cambio. Sin embargo, el cambio es la naturaleza de todas las cosas, no el enemigo, y una vida vivida al máximo que termina en un glorioso fracaso es preferible a una vida vivida a medias que termina en un éxito completamente vacío y en piscinas atascadas de dinero que se hizo sin amor. 
Entonces, ¿qué es el éxito? El éxito no se trata de cuánto dinero tenga uno en la cuenta de banco, eso ya lo sabemos. No es una lista de logros y premios y reconocimientos, no es la cantidad de títulos ni certificados colgados en una pared, no se trata de la cantidad de clientes ni seguidores que se tengan, se trata de ese fuego que siente en la barriga, se trata de todo aquello que sale naturalmente desde el corazón a cada momento, y no de cuánto dinero vaya a entrar a los bolsillos en el futuro; se trata de ser uno con la vida, de alinearse con lo que realmente es, es hacer lo que se ama y amar lo que se hace, amarlo tanto que no tenga uno otra opción más que permitir que eso sea, amarlo tanto que las recompensas mundanas se vuelvan algo secundario, incluso si fluyen abundantemente. Sé uno con lo que eres y vive desde esa alineación y conocerás la verdadera prosperidad, como cuando eras joven y no habías aprendido aún cómo conformarte o cómo temer al fracaso. 
Hemos confundido el lucro con la prosperidad, el éxito con las estadísticas y hoy en día hay mucha gente que vive para enriquecerse y para conseguir un estatus, sin embargo, se trata de una riqueza vacía, una riqueza amenazada por el miedo, la pérdida y la ruina, en última instancia. Una riqueza que depende de las incontrolables circunstancias externas. Mejor, haz lo que amas, entrega tu vida a ello y sabrás lo que es la verdadera prosperidad, una prosperidad digna de toda tu confianza, más allá de los beneficios económicos, esa prosperidad que ningún tipo de ganancia puede comprar y que ninguna pérdida puede destruir. La mente, que opera en el ámbito de la ganancia y la pérdida, de la causa y el efecto, del tiempo y el espacio, sentirá miedo de la pérdida y la ganancia, de la pérdida de su imagen, de la pérdida de su seguridad y siempre querrá más y más riqueza. Reconoce el miedo y la codicia, no los conviertas en tus enemigos, en cambio, concéntrate en tu prosperidad y en la prosperidad de aquellos que te rodean, concéntrate en aquello que amas, en tu verdad, y no permitas que nada se convierta en una excusa para descuidar tu más profunda vocación, aquello que verdaderamente te impulsa. Haz lo que amas sin distraerte. Sí, podrías perder lo que tienes, lo que crees que es tuyo. Podrías llegar a tener menos dinero que antes. Podrías enfrentarte a las críticas e incluso a las burlas de algunos. Es posible. Sin embargo, estarás completamente alineado con la vida y abierto a la oportunidad, a que aparezca alguna ayuda inesperada en el camino, a correos y llamadas que surjan de la nada, estarás abierto a todos y a todo lo que deba aparecer en el momento oportuno y todo aquello que deba desaparecer también lo hará en su momento. Aprenderás a vivir sin la programación de la mente y sus historias, aprenderás a vivir a través de tu propio programa, un programa en donde habitan los cometas y las estrellas, un programa ancestral de profunda paz y verdadera satisfacción. 
Estarás tan enamorado de lo que haces que perderás todo temor a la escasez de dinero, y la confianza ocupará el lugar del temor, y desde este fertilizante de confianza absoluta, se generará el dinero suficiente, o por lo menos, los medios para mantenerte a ti mismo, o la voluntad de ser apoyado mientras encuentras tu punto de equilibrio. En formas inesperadas, el apoyo vendrá, las conexiones perfectas se darán, aparecerá la gente y las circunstancias adecuadas y las cosas empezarán a fluir, incluyendo el dinero, si eso es lo que te preocupa, pues el dinero, de todos modos, es solamente energía y todo es energía. Tal vez llegará lentamente en un principio. Tal vez no al ritmo que a la mente le gusta, pero llegará, en su propio tiempo. Lo realmente importante es ese fluir, no el resultado. Aprenderás a tener paciencia y a sentir confianza y te verás forzado a hacerte amigo de la duda. Podrías decir “no es posible, todo será un rotundo fracaso”, pero nunca lo sabrás si no lo intentas. Podrías ganarte la vida haciendo aquello que amas. Podrías incluso tener una vida con mucha riqueza. Es posible. Otros lo han logrado antes que tú. Y con lo que la vida te dé, serás capaz de devolver mucho más de lo que algún día imaginaste y el ciclo de prosperidad continuará inevitablemente. 
Sí, puede ser que esté completamente equivocado. Tal vez todo esto sea una ilusión, tonterías de la Nueva Era, un parloteo espiritual fuera de la realidad, una promesa de felicidad para los ya satisfechos. Quizás tus miedos y dudas estén justificadas. Tal vez estés completamente atorado en la vida que llevas, sin esperanzas de algo diferente. Pero quizás no, y este “quizás no”, sea la posibilidad que abra todas las demás posibilidades, y en la que muchos se niegan a adentrarse en lugar de permitir  que los miedos y las dudas y las justificaciones gobiernen sus vidas limitando sus grandes capacidades. Y entonces, todo lo que queda es la censura, la amargura, el arrepentimiento y la culpa cósmica de la pequeñez y de un potencial desperdiciado, y la esperanza de una vida diferente o la expectativa de que las circunstancias externas cambien. Culpamos a todos y a todo por nuestro estancamiento y negativa (que replanteamos como nuestra propia incapacidad) de definir la vida que amamos. Culpamos a nuestros genes, a nuestra química cerebral, a nuestras creencias espirituales, a nuestro karma, a nuestra personalidad, a nuestros padres, a la economía, al gobierno, al clima, a la alineación de los planetas, a nuestra historia, a nuestras conclusiones acerca de lo que debería pasar. Una vez que el juego de la culpa comienza, ya no hay quien lo pare. Pero en eso, tampoco encontramos alegría. 
He conocido a personas que, en las últimas semanas de su vida, descubrieron de pronto algo en lo que eran buenos, algo que hizo que su corazón cantara: morir bien. Morir en una forma que inspirara a los demás. Permitiendo que su agonía fuera transformadora y un factor de cambio. En las últimas semanas de vida entraron en una absoluta prosperidad. Se entregaron por completo a aquello que amaban, sin esperar ningún beneficio adicional, ninguna ganancia. Jamás hubo alguna excusa. Siempre hay algo para nosotros. A veces, el simple hecho de saber lo que no queremos es el primer paso. A veces, no saber lo que queremos, pero darnos el espacio y el tiempo para explorarlo y encontrarlo es un movimiento de suprema inteligencia y valor en sí mismo. 
Aquí no hay ningún mandamiento, no existen los “deberías”. No te estoy diciendo cómo vivir o qué es lo que tienes que hacer. El mundo está repleto de todo eso. Estas son sólo pequeñas invitaciones de alguien que ya pasó por eso, recordatorios llenos de amor para que te abras a tu propia inmensidad, para que liberes a tu corazón, para que bailes y cantes y para que seas eso que ya sabes que eres: la Vida misma, preñada de un potencial creativo que estalla como un Big Bang, ese potencial que por siempre ha escrito cuentos de aventuras emocionantes en las paredes de tu corazón, ese potencial que aún estalla en forma de cada pensamiento, cada sensación, cada sentimiento. Vive la vida que amas porque quizás tengas sólo este día para hacerlo. Nadie más puede vivirla por ti. Te cansarías de esperar. 
Texto de Jeff Foster

Carmen Gómez Jácome
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