diumenge, 31 de març del 2013

La Casa de los espejos

Cerca del Castillo de Chapultepec, en México, está la casa de los
espejos. Cuando entras en ella, puedes verte en distintos espejos,
cada uno de los cuales refleja una imagen distinta de ti.
En algunos te verás más alto, en otros más bajo de estatura, más
gordo, con un rostro enorme… En todos los casos, sabes que el espejo
refleja una imagen deformada de ti. Con frecuencia acabas muerto de
risa después de entrar a uno de estos lugares.
En la vida real, tu convives a diario en la casa de los espejos. Día a
día, te encuentras con personas que te dan un reflejo distorsionado de
ti pero, lejos de reírte, eso te afecta, porque crees que las
opiniones que te dan son verdaderas. Pregúntate si a lo largo de tu
vida, has coleccionado las imágenes distorsionadas que los demás
tienen de ti y las has adoptado como ciertas, teniendo una autoimagen
que no cuadra en absoluto con la persona que realmente eres.
Piensa por un momento si tienes alguna inseguridad por un reflejo
distorsionado que alguien te dio. La única persona que sabe como eres…
¡Eres tú!
Las opiniones de los demás, están deformadas por su propia manera de
ser y ver la vida. Lo más sano es escucharlas y reírse, de la misma
forma que lo haces cuando estás en una casa de los espejos.
Por otra parte, tu mismo eres un espejo. Día a día, das opiniones a
los demás acerca de como los ves, en su físico, en su persona, etc.
¿Cuántos reflejos positivos das a los demás a lo largo del día? Por
alguna extraña razón, solo abrimos la boca para decir cuando algo no
nos gusta. Es raro que le demos un reflejo positivo a alguien.
Los reflejos que das a los demás pueden impactar profundamente su
vida. A Alejandro Magno, sus padres le mintieron. Le dijeron que ellos
no eran sus verdaderos padres, que era hijo de Zeus. Ese reflejo
distorsionado que le dieron, fue tan impactante, que actuó como si
fuera hijo de un dios y llegó a ser el conquistador que todos
conocemos.
Por otra parte, un amigo me contó que su madre siempre le decía que si
no estudiaba acabaría siendo un mensajero ¿Qué crees que era cuando lo
conocí? ¡Exacto, un mensajero!
Recuerda ser ciego para encontrar defectos y tener ojo de águila para
descubrir lo mejor de los demás.
Olvida los reflejos de espejos empañados que los demás ofrecen de ti.
Si tú sabes quien eres, puedes reírte de esas imágenes.
procura dar reflejos de oro a los demás, cuando se miren en tu espejo
y sobre todo reflejar el amor de Dios en los demas.
Anonimo
Jaume Guinot
Ciudadano del mundo

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