Muchas situaciones de racismo podrían evitarse simplemente con conocer y estar familiarizado con otras culturas y costumbres, con dejar volar nuestra curiosidad y saber algo más de ese mundo que está ahí fuera. Está claro que el efecto de la globalización llegará a todas partes y que pronto tener un vecino africano o americano será como el tenerlo de Cuenca o de Lugo.
Seguro que muchos de vuestros hijos tienen o tendrán en clase algún compañero de distinta raza, incluso puede ser, que sean vuestros hijos los "diferentes" del grupo. También, es posible que en un futuro, nuestros hijos tengan que viajar fuera de nuestras fronteras en busca de una vida diferente y será esa base que recibieron desde niños la que les ayude a adaptarse a otras costumbres, que no tienen por qué ser mejores o peores que las nuestras, simplemente diferentes.
Una de las mejores bazas que tenemos es la comida, un vínculo perfecto para que nuestros hijos conozcan otras culturas a través de nuevos sabores y alimentos.
Arroz basmati, sopa de miso, ceviche, cous-cous... Hay muchos platos que hoy en día empiezan a ser bastante comunes en los restaurantes, incluso algunos los preparamos en casa con bastante frecuencia, son exóticos, un cambio en nuestro día a día, aunque no todos nos gustan e incluso algunos de ellos pueden resultar desagradables debido a que nos son platos a los que estamos acostumbrados, porque culturalmente no solemos comer ese producto o debido a que no nos hayamos cruzado con ese tipo de cocina, -creo que muchos de nosotros recordaremos la primera vez que entramos en un restaurante Japonés o probamos un jalapeño relleno-.
A nosotros, en casa, nos encanta la cocina de otros países y muchas veces preparo alguna receta, una en la que no me resulte muy complicado encontrar sus ingredientes sin tener que cruzarme la ciudad. Reconozco que soy un asiduo de las recetas de nuestros compañeros de Directo al Paladar. He de decir que mis hijos están acostumbrados a comer de todo desde muy pequeños y cuando decidimos cenar fuera no hay ningún tipo de cocina que esté descartada, - a excepción de la que sale por 100 euros el plato, pero esa es más por problemas de cartera que de paladar-
Creo que es muy importante ir enseñando a nuestros hijos nuevas cocinas, nuevos sabores y no solo quedarse ahí, sino enseñarles también de donde proviene los alimentos que comemos o como se cocinan. También es una buena forma de conseguir que nuestros hijos vayan aceptando nuevos alimentos y no tengamos una guerra en la mesa cada vez que se pone una ensalada o un plato de alubias.
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