cita con la muerte
Había una vez un leñador llamado Satyavan que trabajaba en los bosques que rodeaban la antigua y sagrada ciudad de Benares de la India.
Era un hombre corpulento, fuerte y bien parecido que vivía en una choza con su esposa Savitri donde ambos eran felices amándose con devoción.
Un día la mujer vio a un hombre sentado sobre el césped de su jardín frente a su casa. Como creyó que sería un monje vagabundo como los que suelen recorrer los pueblos, se apresuró a ofrecerle una generosa ración de comida, ya que en su país es una obligación sagrada darles buena hospitalidad a los hombres santos.
El extraño, curiosamente rechazó su ofrecimiento y le dijo que sólo había venido a allí a esperar.
Savitri se dio cuenta que se trataba del señor Yama (la muerte) y no de un vagabundo santo como suponía. Le preguntó entonces, con temor, a quién esperaba y él le dijo que a su esposo Satyavan.
Savitri creyó morirse de espanto al escuchar el nombre de su amado y le custionó por qué no se llevaba a alguna persona enferma o desquiciada que son las que están esperando que la muerte los libere, en lugar de su marido que era un hombre feliz.
Pero el señor Yama ignoró sus lágrimas y se quedó sentado tranquilamente sin perturbarse.
Viendo que sus ruegos no eran escuchados, Savitri decidió internarse en lo más profundo del bosque porque sabía que allí vivía en una cueva un hombre santo, capaz de hacer milagros, para pedirle que salvara a su esposo.
Caminó incansablemente hasta que cayó desplomada agotada por el cansancio, pero cuando se despertó se dio cuenta que había encontrado la entrada de la cueva.
Sin embargo, antes de que pudiera entrar, escuchó una voz escalofriante que venía del interior, que le exigió que se marchara.
Sin desalentarse por tal recibimiento, Savitri le contó su preocupación y le expresó su deseo de que intercediera ante la muerte a favor de la vida de su amado esposo.
La voz le contestó que ella no era diferente a los demás y que la muerte nos sigue a todos de cerca desde el nacimiento hasta el sepulcro.
Viendo que todos sus ruegos eran inútiles, Savitri se ofreció a morir en su lugar; y entonces la voz se tornó más amable y le dijo que podía haber una manera de salvarlo.
Dicho esto salió de la cueva el monje Ramana, que envuelto en una túnica, con aspecto de asceta, tocaba una flauta y que casi sin reparar en ella comenzó a caminar por un sendero próximo.
Savitri lo siguió durante un largo trecho hasta que encontraron una pequeña capilla a la vera del camino que el monje le señaló; entonces ella entendió que tenía que pedirle al dios Visnú que es el protector de la vida, que salvara a su marido.
Visnú se le apareció y le dijo que si estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para salvarlo que le trajera agua del río para beber.
Corrió Savitri hasta el río, pero allí se encontró con Satyavan, su marido, y entre sollozos le contó lo que ocurría.
Su esposo le propuso comenzar una nueva vida en otro lado para evitar a la muerte.
Se refugiaron en una isla lejana donde tuvieron dos hijos y vivieron felices hasta que una tormenta le arrebató a Savitri a toda su familia quedando sola y devastada.
De inmediato, a su lado, apareció Visnú que le preguntó si se había acordado de llevarle el agua que le había pedido.
Corrió Savitri a buscarle agua, pero al inclinarse en el río apareció su figura reflejada en él, siendo otra vez joven como antes; y al darse vuelta vio al monje Ramana en el sendero que le dijo que todo lo que temía perder no era real y que la muerte no puede tocar lo que no es real.
Savitri volvió a su choza y se encontró con la muerte a quien esta vez no rechazó, recibiendo a cambio el don de la vida.
Pero como ella ya estaba viva y no podía vivir sin su esposo pero tampoco podía morir, venció a la muerte con su ingenio.
Fuente: "Jamás Moriremos", Deepak Chopra, Editoril Alamah, 2007.