dimecres, 18 de setembre del 2013

La escalera

Se ve tan pronto como se entra a la casa, y a quienes se les permite
pasar a los cuartos de dormir, la notan inmediatamente.
No diría que es suntuosa, pero mi escalera de roble es muy hermosa,
casi cada vez que la veo me impresiona, admiro su solidez, el grano de
su madera, su fulgor rico e incluso siento cierto orgullo.
No como un príncipe por supuesto, pero por lo menos como el autor que
maneja su pluma para vivir.
Pero tenemos en la familia un tío que se enorgullece de tener cierta
experiencia en el trabajo de ebanistería, así como en un cúmulo de
otros campos. Cuando vino por primera vez para visitar nuestra nueva
casa, como lo hace cualquiera otro, vio laescalera.
Pero en vez de hacer un comentario de admiración, como hace la mayoría
de la gente – incluso así sea éste por pura cortesía, solamente creo a
la mayoría sincera… – se acercó a la escalera, inclinándose y, para
nuestro asombro, comenzó a examinarla.
Al paso de algunos segundos, levantó la cabeza con una clase sonrisa,
como si algo fabuloso hubiera descubierto, todavía mejor, como si
quisiera adelantarnos algo de lo que nos iba a decir.
El gesto de sus labios nos engañó: esperamos, mi esposa y yo, un elogio.
Pero en lugar de ello, este tío con las mil especialidades dijo:
-es inadmisible, vengan a ver! – nos acercamos.
-Nos inclinamos para ver aquella cara de la escalera, en la cual nunca
habíamos reparado – miren- dijo, unaescalera de este precio, y no
tuvieron la precaución de disimular la cabeza de los clavos.! me
incliné más, porque la cabeza de los clavos era extremadamente
pequeña, y entonces descubrí que estaba en lo cierto.
Sí, correcto: la cabeza minúscula de los clavos no había sido
cubierta, como me imagino él lo hubiera podido hacer.
Este tío desagradable tenía razón, pero al mismo tiempo estaba
equivocado, porque le faltó un poco de tacto y debió habernos
felicitado por la hermosa escalera de roble que todo el mundo admira.
Me reí de esto, porque nunca había esperado un halago de su parte.
Pero sí que estaba equivocado, yo creo, porque no vio la escalera sino
solo las minúsculas cabezas de los clavos que no habían sido
negligentemente enmascaradas, Sí…, él no había visto la belleza de
esta escalera.
Y aún más asombroso, ya que esa superficie que ocupan las cabezas de
estos clavos gravemente no disimulados, es obviamente insignificante
comparada con la superficie total de la escalera.
Apenas una millonésima parte… indudablemente, pero, es esta
millonésima, y sólamente esta millonésima parte la que este tío vió,
en su gran entendimiento.
¿Cuántas veces somos asi y solamente vemos los clavos, y no la
espléndida escalera de la vida? Lejos de sorprenderme por sus
comentarios, este tío hizo ver lo que podría ser la única enseñanza,
si es que fuera necesaria, de que cada ser que conocemos puede ser un
maestro para nosotros.
Desde este día en el que estuve en oposición a estas pequeñeces, he
pensado en este tío mata-diversiones y sus cuentos sobre los
invisibles clavos de mi bella escalera, y me pregunto si estaré
haciendo las mismas cosas que él.
pd.
Sólo por hoy elige pensamientos y emociones positivas. Notarás la diferencia.
Autor desconocido

Jaume Guinot
Ciudadano del mundo

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