Un niño se hizo un barquito de madera y salió a probarlo en el lago,
pero sin darse cuenta, el botecito, impulsado por un ligero viento,
fue mas allá de su alcance. Apenado corrió a pedir ayuda a un muchacho
mayor que se hallaba cerca, para que le ayudara en su apuro.
Sin decir nada, el muchacho mayor empezó a coger piedras y echarlas,
al parecer en contra del barquito.
El pequeño pensó que nunca tendría su bote otra vez y que el muchacho
grande se estaba burlando de él, hasta que se dió cuenta que en vez de
tocar el bote, cada piedra iba un poco mas allá de éste y originaba
una pequeña ola que hacía retroceder el barco hasta la orilla.
Cada piedra estaba calculada. Por último, el juguete fue traído al
alcance del niño pequeño, quien quedó contento y agradecido con la
posesión de su pequeño tesoro.
A veces ocurren cosas en nuestra vida que perecen desagradables, sin
sentido ni plan; pero si esperamos un poco nos daremos cuenta de que
cada prueba, cada tribulación, es como una piedra arrojada sobre las
quietas aguas de nuestra vida, que nos trae más cerca de la felicidad.
Fuente : Internet
Jaume Guinot
Ciudadano del mundo
dimecres, 23 d’octubre del 2013
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