Era una vez una señora muy respetable acostumbrada al trato con pájaros. Sólo que los únicos pájaros que conocía eran las palomas.
Un día un halcón se posó en su ventana. Ella lo observó y dijo: "Pero, qué pájaro desaliñado. ¡Qué desastre, es una vergüenza!…".
Tomó al halcón por la fuerza y con sus tijeras de podar le cortó las alas, excesivamente grandes, según ella. Con una tenaza le rebanó el pico, demasiado torcido, según le habían enseñado. Y, por último, le limó las garras, amenazadoramente fuertes y pensó, comparándolas con las de los únicos pájaros que conocía.
Luego volvió a mirar al halcón mutilado y moviendo la cabeza con una sonrisa dijo: "Ahora sí, pareces un pájaro decente".
Jaume Guinot
Ciudadano del Mundo
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