divendres, 17 d’abril del 2015

Cambiar las situaciones de la vida

Había una vez un discípulo de un filósofo griego al que su maestro le ordenó entregar dinero durante tres años a todo aquel que le insultara. Una vez superado ese período de prueba, el maestro le dijo: "Ahora puedes ir a Atenas y aprender sabiduría". Cuando el discípulo llego a la ciudad vio a un sabio sentado a las puertas de Atenas que se dedicaba a insultar a todo el que entraba y salía. También insulto al discípulo, que se hecho a reír. ¿Por qué te ríes cuando te insultas?, le preguntó el sabio. "Porque durante tres años he tenido que pagar por esto mismo y ahora tú me ofreces gratuitamente", contestó el discípulo. "Entra a la ciudad –le dijo el sabio es toda tuya".

En el siglo IV, los padres del desierto, un grupo de personajes excéntricos que se retiraron al desierto, en los alrededores de Scete, para llevar una vida de sacrificio y oración, contaban historias para ilustrar el valor del sufrimiento y la resistencia. Sin embargo, no fue ésta la que abrió el camino a la "ciudad de la sabiduría" al discípulo. Lo que le permitió afrontar de un modo tan efectivo una situación difícil fue su capacidad para cambiar la perspectiva, para ver su situación desde una atalaya diferente.

La capacidad para cambiar de perspectiva puede ser una de las herramientas más efectivas de que disponemos para afrontar los problemas de la vida cotidiana. La capacidad de ver los acontecimientos desde perspectivas diferentes puede ser muy útil para ser feliz. Al practicarla, podemos utilizar ciertas experiencias, tragedias próximas para desarrollar la serenidad de la mente. Tenemos que darnos cuenta de que cada fenómeno, cada acontecimiento, tienen aspectos diferentes. Todo tiene una naturaleza relativa. Así cuando se pasa por situaciones desesperadas podemos ver que también se presentan numerosas oportunidades para encontrar nuevas perspectivas para la vida, y lo que probablemente no hubiera acontecido sino ocurría. Así que en este sentido todo es útil en la vida. Y para ilustrar lo dicho voy a relatar una historia muy singular para reflexionar lo positivo que hay en todo cambio: No había en el pueblo peor oficio que el de portero del prostíbulo. Pero ¿qué otra cosa podría hacer aquel hombre? De hecho, nunca había aprendido a leer ni a escribir, no tenia ninguna otra actividad ni oficio. Un día se hizo cargo del prostíbulo un joven con inquietudes, creativo y emprendedor. El joven decidió modernizar el negocio. Hizo cambios y después cito al personal para darle nuevas instrucciones. Al portero, le dijo: "A partir de hoy usted, además de estar en la puerta, me va a preparar un reporte semanal donde registrara la cantidad de personas que entren por día y anotara sus comentarios y recomendaciones sobre el servicio..." El hombre tembló, nunca le había faltado disposición al trabajo pero..."Me encantaría satisfacerlo, señor - balbuceo - pero yo...yo no se leer ni escribir..." ¡Ah! ¡Cuanto lo siento!" "Pero señor, usted no me puede despedir, yo trabaje en esto toda mi vida..." No lo dejo terminar: "Mire, yo comprendo, pero no puedo hacer nada por usted. Le vamos a dar una indemnización para que tenga hasta que encuentre otra cosa. Así que, lo siento. Que tenga suerte..." Y sin más, se dio vuelta y se fue.

El hombre sintió que el mundo se derrumbaba. Nunca había pensado que podría llegar a encontrarse en esa situación. ¿Que hacer? Recordó que en el hotel cuando se rompía una silla o se arruinaba una mesa, él, con un martillo y clavos lograba hacer un arreglo sencillo y provisorio. Pensó que esta podría ser una ocupación transitoria hasta conseguir un empleo. El problema es que solo contaba con unos clavos oxidados y unas pinzas muy viejas, entonces decidió usar parte del dinero para comprar una caja de herramientas. Como en el pueblo no había una ferretería, debía viajar dos días en mula para ir al pueblo más cercano a realizar la compra. ¿Qué más da? Pensó, y emprendió la marcha. A su regreso, trama una hermosa y completa caja de herramientas. De inmediato su vecino llamo a la puerta de su casa: "Vengo a preguntarle si no tiene un martillo para prestarme... "Mire, si, lo acabo de comprar pero lo necesito para trabajar...como me quede sin empleo..." "Bueno, pero yo se lo devolvería mañana bien temprano." El portero accedió y le presto el martillo. A la mañana siguiente, como había prometido, el vecino toco la puerta: "Mire, yo todavía necesito el martillo. ¿Por qué no me lo vende?" ''No, yo lo necesito para trabajar y además, la ferretería esta a dos días en mula." "Hagamos un trato - dijo el vecino - Yo le pagare los dos días de ida y los dos de vuelta, más el precio del martillo, total usted esta sin trabajar. ¿Qué le parece?" Realmente, esto le daba trabajo por cuatro días...Acepto. Volvió a montar su mula.

Al regreso, otro vecino lo esperaba en la puerta de su casa: "Hola, vecino. ¿Usted le vendió un martillo a nuestro amigo?" "Si, así es..." "Mire, yo necesito unas herramientas, y estoy dispuesto a pagarle sus cuatros días de viaje, más una pequeña ganancia. Yo no dispongo de tiempo para el viaje." El ex-portero abrió su caja de herramientas y su vecino eligió una pinza, un destornillador, un martillo y un cincel. Le pagó y se fue."

El ex-portero pensó entonces que mucha gente podría necesitar que el viajara a traer herramientas de las que había vendido. De paso, podría ahorrar algún tiempo de viajes. La voz empezó a correrse por el barrio y muchos quisieron evitarse el viaje. Una vez por semana, el ahora corredor de herramientas viajaba y compraba lo que necesitaban sus clientes. Alquilo un carretón para almacenar las herramientas y algunas semanas después alquilo un cuarto que se convirtió en la primera ferretería del pueblo. Todos estaban contentos y compraban en su negocio. Ya no viajaba, los fabricantes le enviaban sus pedidos. El era un buen cliente. Con el tiempo, las comunidades cercanas preferían comprar en su ferretería y ganar dos días de marcha.

Un día se le ocurrió que su amigo, el tornero, podría fabricar para el las cabezas de los martillos. Y luego, ¿por que no? Las tenazas...y las pinzas...y los cinceles. Y luego fueron los clavos y los tornillos. Para no hacer muy largo el cuento, sucedió que en diez años aquel hombre se transformo con honestidad y trabajo en un millonario fabricante de herramientas. Un día decidió donar a su pueblo una escuela. Ahí se enseñaría, además de leer y escribir, las artes y oficios más prácticos de la época. En el acto de inauguración de la escuela, el alcalde le entrego las llaves de la ciudad, lo abrazo y le dijo: "Es un gran orgullo y gratitud que le pedimos nos conceda el honor de poner su firma en la primera hoja del libro de actas de la nueva escuela". El honor sería para mí - dijo el hombre - Creo que nada me gustaría más que firmar allí, pero yo no se leer ni escribir. Yo soy analfabeto." ¿Usted? - dijo el Alcalde, que no alcanzaba a creerlo. ¿Usted construyó un imperio industrial sin saber leer ni escribir? Estoy asombrado. Me pregunto, ¿qué hubiera sido de usted si hubiera sabido leer y escribir?" "Yo se lo puedo contestar - respondió el hombre con calma. Si yo hubiera sabido leer y escribir...sería portero del prostíbulo! "Moraleja: Generalmente los cambios son vistos como adversidades. Pero las adversidades encierran oportunidades.

A menudo, cuando surgen los problemas, nuestras perspectivas se estrechan. Quizá tengamos concentrada toda nuestra atención en preocuparnos por el problema y abrigamos la sensación de que únicamente nosotros pasamos por tales dificultades. Eso puede conducir a una especie de ensimismamiento que hace que el problema parezca muy grave. Cuando sucede eso, creo que puede ayudar mucho a ver las cosas desde una perspectiva más amplia, dándonos cuenta, por ejemplo, de que hay muchas personas que han pasado por experiencias similares e incluso peores y han salido avante. Al cambiar lo malo por bueno, lo negativo por positivo, lo gris por claro estamos dando un giro nuevo a la vida. Por tanto a todo problema no hay que ponerle atención permanente sino inmediatamente transfiriendo en una solución para poderle controlar, así impedimos que el mal por pequeño que sea no se convierte en gigante y que nos abruma y nos enferme mental y físicamente.

Cuando alguien nos hace daño. A muchos le provocan cólera que lo llevan por largo tiempo porque son personas explosivas, neuróticas, negativas, inconformes de todo y de todos. En cambio la persona serena mira en esta persona las cualidades positivas y le brinda otra oportunidad para ver las diferencias desde otros ángulos diferentes. En todo caso este tipo de situaciones requiere de un esfuerzo por parte de las personas negativas para encontrar soluciones más efectivas en su comportamiento, porque a la larga no le conduce a nada sino genera rechazo de quienes le rodean. Debe aplicar su capacidad de razonamiento y examinar la situación del modo más objetivo posible. Por ejemplo, puede reflexionar sobre el hecho de que cuando está realmente enojado con alguien, tiende a percibir en el otro cualidades negativas, del mismo modo que al sentirse fuertemente atraído por alguien, suele ver únicamente sus cualidades positivas. Si su amigo, al que considera una persona excelente, le causara deliberadamente daño, de repente usted se percatará de que no sólo tiene buenas cualidades. De modo similar, si su enemigo, al que detesta, le pidiera sinceramente perdón y se mostrara amable, es poco probable que siguiera considerándolo malo. Así pues, aunque esté enojado con alguien y crea que esa persona no posee cualidades positivas, recuerde que nadie es malo ni totalmente bueno. Siempre hay que buscar el punto de equilibrio en su proyección mental y así usted encontrará la verdadera naturaleza de todas las cosas.


En la escuela de misterios de Pitágoras se enseñaba la palabra luchar que significada "Crear fricción". Significa producir energía. Por ejemplo si estás enfadado, si sientes que una gran ira está surgiendo en ti, el método de Pitágoras es: cuando surja la ira en ti confróntala; deja que surja en ti una gran alegría. Será difícil, porque cuando estás colérico es difícil estar alegre, pero no imposible. La Ira y la felicidad son dos energías diferentes. Es la ira que se va a convertir en alegría, porque la alegría está detrás de la ira. Eso se llama fricción, estás creando dualidad, estás creando dos momentos y tienes que cambiar la negativa por positiva y si logras llegar a la alegría te habrás sobrepuesto a la ira. Otro ejemplo cuando surja el sexo, crea amor. En este caso son la misma energía. Camina desde el sexo al amor y vas a sentir más reconfortado. Al principio será difícil, porque hemos olvidado los métodos de fricción. Pero al ir intentando vamos envolviéndonos en amor y por ende en felicidad, plenitud de vida. Cuando te sientas triste empieza a bailar. Te sorprenderá el cambio inmediato que eso produce en ti. La tristeza está ahí, en un rincón, pero en otro rincón, justo frente a ti empieza a surgir una sutil dicha. Mi hermana Fabiola me preguntaba como se puede contrarrestar la tristeza de la muerte de un ser querido. Recordando y rescatando de la persona que ha fallecido su sabiduría, sus buenas acciones, sus ejemplos, fortalezas, el cariño que nos brindo, y así siempre vivirá entre nosotros en este paso efímeo por la tierra. Con estos ejemplos cotidianos nos podemos dar cuenta lo que está ocurriendo en tu interioridad, una lucha entre la tristeza y la alegría, ambas cosas a la vez, eso es fricción. Esa fricción produce una gran energía, provoca un gran fuego en ti, y ese fuego purifica. Con la fricción siempre surge el fuego.

El método para transformar la actitud ante tus enemigos supone llevar a cabo un análisis sistemático y racional de nuestra respuesta habitual cuando nos causan daño. Ya dije examinemos la actitud característica hacia los enemigos. En términos generales, es evidente que no les deseamos lo mejor, pero aunque nuestros adversarios se hundan a consecuencia de nuestras acciones, hay algo lamentable con esos sentimientos de animadversión, porque vengarse no hace sino crear un círculo vicioso, ya que la otra persona no lo va a aceptar y, entonces, la cadena de venganzas es interminable. En las sociedades, esa dinámica, puede transmitirse de una generación a otra. El resultado es que ambas partes sufren y la vida se envenena; puede comprobarse en los campos de refugiados, donde se cultiva el odio hacia el enemigo desde la infancia. Es muy triste. Lo mismo sucede en los países, en especial los subdesarrollados, donde la democracia no cuaja, por el egoísmo de las clases privilegiadas de no querer compartir responsabilidades sino el buscar más lucro, así el odio político del partido perdedor va generando una ola negativa que no solo afecta al partido triunfante que gobierna, sino a toda la nación y los que más sufren son las clases más débiles que siempre estarán allí por la falta de solidaridad de los que más tienen. Algunas personas consideran que el odio es bueno para el interés nacional, lo cual me parece muy negativo y de una mentalidad muy estrecha y dañina. Contrarrestar esta forma de pensar y actuar constituye la base del espíritu de la no violencia y la comprensión. Y para ello hay que adquirir compasión, ya que tu naturaleza es la misma que la del resto. Si tu sientes alegrías, tristezas, penas, angustias, excitación, etc., aquellos que te rodean también las sienten. No eres el único que siente emociones, y se siente lastimado. Si a ti no te gusta lo que te hacen, no se lo hagas a otro, porque es como si te lo hicieras a ti mismo. Todos tenemos la misma naturaleza. Ésa es la compasión budista y el amor crístico.


En el budismo se dice que la compasión no es un sentimiento ni emoción, sino un estado de conciencia más armónico, o sea, más útil, donde se es más libre al comprender la esencia. Así que a meditar sobre la causalidad del yo, es decir, de tu personalidad, haciendo retrospectiva de tu experiencia de vida, dándote cuenta de que las personas actúan dependiendo de lo que son, que es su experiencia, memoria y capacidades innatas. La compasión no es lastima por los demás, es el deseo de que los demás estén libres de sufrimiento, por ello aspiramos alcanzar la iluminación y también nos encaminamos en acciones virtuosas. Una vez un maestro zen me dijo "compasión no es para nada tener lastima del otro sino ponerse en el lugar del otro que como uno quiere librarse del sufrimiento, por lo que tratamos de ayudarlo, no importa si es amigo o enemigo, conocido o desconocido"

En el budismo hay una práctica muy interesante sobre las actitudes que adoptamos ante nuestros enemigos. Ello se debe a que el odio puede ser muestro mayor obstáculo para avanzar a una dicha plena. Si se aprende a ser paciente y tolerante con los enemigos, todo lo demás resulta más fácil, y la compasión fluye con naturalidad. Así pues, para los que practican la espiritualidad, los enemigos juegan un papel crucial, porque la compasión es la esencia de la vida espiritual. Y para alcanzar una práctica cabal del amor y la compasión, es indispensable la práctica de la paciencia y la tolerancia. No hay fortaleza similar a la paciencia, no hay peor aflicción que el odio. En consecuencia, no debemos ahorrar esfuerzos en la erradicación del odio al enemigo, y aprovechar el enfrentamiento como una oportunidad para intensificar la práctica de la paciencia y la tolerancia.

De hecho, el enemigo es el elemento necesario para practicar la paciencia. Sin su oposición no puede surgir la paciencia o la tolerancia. Normalmente, nuestros amigos no nos ponen a prueba no nos ofrecen la oportunidad de cultivar la paciencia; eso es algo que sólo hacen los enemigos, muchos de ellos gratuitos. Así que, desde este punto de vista, podemos considerar a nuestro enemigo un gran maestro y reverenciarlo por habernos proporcionado esa preciosa oportunidad de transformar nuestra forma de ver la vida.

Imaginemos como sería la vida si nunca no nos encontraremos con un enemigo u otros obstáculos. Si desde la cuna hasta la tumba todo el mundo nos halagara y mimara, nos abrazara y nos divirtiera, si nunca no tuviéramos que enfrentarnos a los desafíos y pruebas, el resultado sería que nos convertiríamos en una masa gelatinosa, es una verdadera monstruosidad, con el desarrollo mental y emocional de un ternero. Es la lucha por cambiar la que nos pone a prueba, los que nos oponen la resistencia necesaria para el crecimiento espiritual y por ende social.

Carmen Gómez Jácome
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